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El Debate sobre la Modificación Genética
de los Cultivos en el Contexto de la Evolución Agrícola

Elección del Editor
by C. S. Prakash

"Quienquiera que produzca dos mazorcas de maíz, o realice dos podas de césped sobre un espacio de tierra que antes fue podado sólo una vez, merecería un mejor reconocimiento de la humanidad y lograría realizar un servicio más esencial para su país, que toda la clase política junta".

--El Rey de Brobdingnag, Los Viajes de Gulliver, por Jonathan Swift, 1727.

"Creo que hemos llegado a un momento crítico moral y éticamente, luego del cual nos arriesgamos a pasar entre dos reinos que pertenecen a Dios, y sólo a Dios. Además de algunas aplicaciones médicas, ¿qué derecho real tenemos de experimentar, al estilo Frankestein, con la esencia misma de la vida?…" --Príncipe Carlos de Windsor, heredero del trono Británico (Windsor, 1998).

A través de la historia de la humanidad, ha habido quienes que han abrazado el camino del cambio y quienes se han aferrado a los métodos antiguos porque creían que, al menos, los riesgos eran conocidos. Pocos "Edisons" o "Einsteins" han sido adecuadamente reconocidos en vida. Y, ya que alimentarse a sí misma ha sido la principal ocupación de la humanidad durante la mayor parte de nuestra historia oficial y no oficial, los cambios en la producción de alimentos han sido aceptados paulatinamente. Seguramente la primera persona en tratar de crear un jardín de la nada ha escuchado una carcajada burlona mientras que los poderosos cazadores dirigían la búsqueda de la carne. No nos debe sorprender, pues, que los eones de la historia se estén tocando nuevamente en tanto entramos a la era de la biotecnología. Ya que el destino de la sociedad humana y los cultivos ha estado inextricablemente entrelazado desde el nacimiento de la civilización, y la apreciación de nuestro pasado agrícola puede ayudarnos a atender las preocupaciones de la sociedad y también a garantizar que las consecuencias negativas de las actividades científicas sean mínimas.

Los agricultores han adoptado la nueva tecnología porque los hace más eficientes, les protege o incrementa su producción y reduce el hecho de tener que apoyarse en productos químicos, que de no ser absolutamente necesario, preferirían no usar. Los cultivos mejorados por la biotecnología están siendo cultivados en cerca de 110 millones de acres en trece países. Los ingredientes de los alimentos que han sido producidos a través de cultivos para los cuales se ha usado la biotecnología se encuentran en los alimentos que se consumen en todo el mundo. Sin embargo, mientras que no se conoce ni se espera que exista evidencia inequívoca de daño a nuestra salud o al medioambiente, existe un intenso debate cuestionando su valor y seguridad.

La ansiedad de la sociedad sobre los así llamados alimentos genéticamente modificados (GM ) es comprensible, y está alimentada por una variedad de causas, incluyendo la poca familiaridad que el consumidor tiene con ellos, la falta de información confiable sobre las medidas de seguridad bajo las cuales son desarrollados, una permanente corriente de opinión negativa en los medios, la oposición de grupos activistas, la creciente desconfianza sobre la industria, y una falta general de conciencia de cómo nuestro sistema de producción de alimentos ha evolucionado. La comunidad científica no ha enfocado adecuadamente las preocupaciones públicas sobre los alimentos GM, ni tampoco ha comunicado el valor de esta tecnología. Claramente, la aceptación de la sociedad se da en torno al incesante desarrollo y la aplicación de la biotecnología en los alimentos y la agricultura

Hace dos décadas, muchos científicos agrícolas vieron, acertadamente, en la tecnología para la preparación de ADN en laboratorios, un potente instrumento para la mejora de la productividad del cultivo y la calidad del alimento, al mismo tiempo que una manera de promover el desarrollo de una agricultura sostenible. Gran parte de este entusiasmo y de las expectativas iniciales se cumplieron a través de los sucesivos adelantos en la investigación científica de genes importantes, así como en el desempeño final de los cultivos transgenéticos. Los criadores de plantas observaron la tecnología como un medio adicional para el mejoramiento de sus cultivos que podría complementar los métodos existentes. Por primera vez, el cultivo de las plantas estaba sometido a pruebas rigurosas, y se desarrolló un marco regulador para supervisar la comercialización de cultivos GM caso por caso. Ha habido una aceptación ampliamente difundida y apoyo a la biotecnología por parte de la comunidad científica. Una combinación de la experiencia acumulada y el conocimiento de décadas de trabajo en el mejoramiento de cultivos y la opinión basada en el razonamiento de la ciencia y la investigación empírica ha promovido en los científicos la confianza de que los cultivos GM no ofrezcan nuevos riesgos o incremente los riesgos que pudieran no ser identificados o mitigados y que cualquier eventualidad imprevista pudiera ser evitada, manejada o prevenida. Los riesgos de los cultivos GM deben ser monitoreados y medidos, pero las preocupaciones sobre estos riesgos deben también estar comparadas con los enormes beneficios que ofrece esta tecnología y equiparadas con las opciones alternativas. La gran confianza que el público estadounidense tiene en sus agencias reguladoras (FDA, USDA y EPA) ha contribuido a que los alimentos GM tengan mayor aceptación pública en los Estados Unidos que en otras naciones.

ALIMENTOS MUTANTES Y MARIPOSAS MONARCAS

A pesar de los beneficios prometidos, la reacción negativa global a los cultivos GM varía desde un suave malestar hasta una fuerte oposición. Las preguntas típicas sobre los cultivos GM incluyen algunas como: ¿Es ético que los científicos modifiquen los organismos vivientes que existen entre nosotros? ¿Es éticamente correcto interferir en la provisión natural de alimentos? ¿Es la modificación genética de cultivos intrínsecamente perjudicial? A pesar de las medidas de seguridad adoptadas ¿podemos hacer, involuntariamente, que nuestros alimentos sean perjudiciales? Y ¿qué podemos decir sobre las consecuencias que tendría a largo plazo el consumo de dichos alimentos? ¿Afectan los cultivos genéticamente modificados al medioambiente o al ecosistema silvestre, a la biodiversidad del propio cultivo, a los insectos que lo benefician, o a la venerada mariposa monarca? ¿Pueden estos cultivos conducirnos al desarrollo de potentes hierbas nocivas? ¿Estamos introduciendo estos cultivos a nuestro medioambiente sin entender plenamente las consecuencias de tal acción? ¿Y qué decir sobre la contaminación? ¿Pueden estos genes ser transferidos a otros organismos incluyendo a los humanos y animales? Adicionalmente, existen también temas sociopolíticos más amplios y más importantes aún, tales como la ansiedad sobre el control de alimentos y los sistemas agrícolas e interrogantes sobre el impacto expansivo de la globalización.

¿De qué manera pueden los científicos aliviar la preocupación pública teniendo en cuenta la complejidad de estos temas? Crear conciencia sobre la historia agrícola podría ser un buen inicio para que nuestros esfuerzos ayuden a aliviar la ansiedad del consumidor respecto a los alimentos GM. También se podría educar a los científicos sobre la importancia del contexto social en nuestra investigación. La mayoría de los temas de riesgo relacionados con los cultivos genéticamente modificados no son exclusivos cuando son puestos en el contexto de cómo la agricultura fue desarrollada a través de la domesticación a lo largo de muchos milenios y cómo hemos producido las variedades modernas de cultivos en el último siglo. Como lo expresaron Frary y Tanksley (2000), "El tema no es si debemos modificar la genética de las plantas cultivables. Nos hemos embarcado en el camino cientos de años atrás cuando las plantas fueron domesticadas por primera vez. En lugar de simplemente juzgar el vehículo a través del cual realizamos los cambios genéticos, necesitamos ponderar las consecuencias potenciales que tales modificaciones tienen para la sociedad y para el medioambiente".

EVOLUCIÓN DE LOS CULTIVOS Y LA CIVILIZACIÓN HUMANA

La agricultura ha evolucionado de manera independiente en muchos lugares del mundo, pero la evidencia más antigua sobre actividades agrícolas data de hace 10.000 años en el territorio del actual Irak (Heiser, 1990). Durante los casi 200.000 años que precedieron a la agricultura, el ser humano vivió como cazador nómada, acopiador y recolector, sobreviviendo únicamente de plantas silvestres y animales. La posterior domesticación de estas plantas silvestres y animales de sus hábitats naturales fomentó la agricultura, transformando así radicalmente las sociedades humanas. Esto ocurrió inicialmente en el Período Creciente Fértil, la región Andina en América del Sur, México y partes de Asia, pero se difundió por casi todo el mundo. El cambio de estilo de una vida nómade hacia un estilo de vida basado en la agricultura nos condujo a transformarnos en habitantes de comunidades, que hicimos que finalmente nos multipliquemos en el desarrollo de idiomas, literatura, ciencia y tecnología, mientras que las personas se liberaban de la permanente tarea de buscar su alimento. Algunas regiones se nivelaron mucho más rápido que otras, por márgenes de miles de años (Diamond, 1999).

Las plantas también han evolucionado, o más precisamente, han sido cambiadas con rapidez por la intervención del hombre (Harlan, 1992). Toda planta que se cultiva hoy en día está relacionada a especies silvestres que se desarrollan naturalmente en sus centros de origen, y los progenitores de muchos de nuestros cultivos todavía se encuentran en estado silvestre. El ser humano primitivo debe haber tratado de alimentarse de miles de especies de plantas silvestres obtenidas de una cantidad aproximada de un cuarto de millón de plantas florecientes antes de elegir una cantidad menor de mil de dichas especies, las que posteriormente fueron tamizadas y adaptadas a la agricultura. Un poco más de 100 especies de cultivos se cultivan ahora intensamente en todo el mundo, siendo sólo un pequeño grupo de ellas las que nos proveen la mayor parte de nuestros actuales alimentos. A través de un proceso de selección gradual, nuestros ancestros escogieron una muy pequeña porción de la comunidad de plantas silvestres y las transformaron en plantas cultivables. Algunas alteraciones profundas en el fenotipo de la planta ocurrieron durante tal selección, y éstos incluyeron determinado hábito de crecimiento; eliminación de la dispersión del grano; maduración sincronizada; período de maduración más corto; reducción del amargor y toxinas nocivas; reducción de la dispersión de semillas, del florecimiento y etapas de inactividad; mayor productividad, incluyendo semillas más grandes o mayor volumen del fruto; y hasta una eliminación de semillas, como en el caso del plátano. Estos cambios reducen la supervivencia de los cultivos en su estado silvestre, y por lo tanto un aspecto que trasciende todos nuestros cultivos es la reducción de características propias de la mala hierba en las plantas silvestres. Los cultivos actuales son pues totalmente dependientes del cuidado humano para su supervivencia, y las variedades de cultivos modernos no podrían sobrevivir en estado silvestre "así como un chihuahua podría sobrevivir en la compañía de lobos" (Trewavas, 2000).

La mayoría de cultivos que nos proveen de alimentos fueron así obtenidos al final de la Era de Piedra, generalmente de una oferta relativamente pequeña de la diversidad genética silvestre que aún existe. Una diversidad adicional llegó dentro de tales cultivos a través de nuevas mutaciones y de la hibridación natural, y a través de una juiciosa selección y perpetuación de los agricultores que los mantuvieron como tierras (races). Los usos variados y preferencias trajeron una posterior diversificación como en el caso del maíz (popcorn, maíz dulce, maíz dentado, (broom) maíz y harina de maíz para tortilla y pan de maíz) o sus derivados del ancestral repollo (col, rabi, col de bruselas, repollo, coliflor y brócoli).

Con el advenimiento de la navegación transoceánica y el "descubrimiento" del Nuevo Mundo, los cultivos se trasladaron rápidamente en todo el mundo, con frecuencia alcanzando prominencia en los hogares adoptados mucha más allá de sus centros de origen o de domesticación naturales. Por ejemplo, los Estados Unidos es el mayor productor de maíz y de soya del mundo, sin embargo estos cultivos son originarios de México y China, respectivamente. El producto de mayor comercialización mundial, el café, tuvo un origen humilde en Etiopía, pero ahora gran parte del café se produce en América Latina y Asia. Las naranjas de Florida tiene sus raíces en la India, mientras que el la caña de azúcar nació en Papúa Nueva Guinea. Los cultivos de alimentos que ahora son parte integral de la cultura o la dieta del Viejo Mundo, como la papa en Europa, el ají (chili ppeper) en la India, la yuca en Africa y el camote en Japón, provienen de América del Sur. Por esta razón, cada cultivo de América del Norte, fuera de la mora (blueberry), la alcachofa de Jerusalén, (sunflower), y zapallo (squash) son originarios de otros lugares!

Algunas fuentes de donde provienen nuestros alimentos también son recientes. La frutilla (gooseberry) china se produce ampliamente en China y no es comestible. Pero un cuidadoso cultivo la convirtió en aceptable al paladar, y fue rebautizada como la "fruta Kiwi" en Nueva Zelanda luego de su introducción en ese país a principios del siglo XX. La fresa moderna con frutos grandes es el resultado de un cruce accidental de dos especies silvestres de Virginia (Estados Unidos) y Chile y Francia a mediados del siglo XVIII. (Rapeseed), que se cultiva en la India desde hace siglos, fue alterado recientemente a través del cultivo natural para eliminar el ácido tóxico (erucic) y el olor a (glucosinolates) para obtener la canola -aceite canadiense. El Triticale, cultivo totalmente nuevo, fue sintetizado artificialmente hace pocas décadas a través de la combinación de genomas de trigo y levadura (rye) (dos géneros distintos que no se cruzan en estado natural). Ahora se cultiva sobre tres millones de hectáreas en todo el mundo. Disponemos del pan de trigo moderno en sí mismo desde apenas hace 4.000 años por medio de la hibridación del trigo (tetrapoid) (pasta or durum) con pasto para cabras no comestible.

DE MESOPOTAMIA A MENDEL

Mientras que el ser humano siempre ha moldeado la evolución de los cultivos, tales cambios que fueron impuestos por los agricultores ocurrieron durante varios milenios, conduciendo a la obtención de una rica variedad de cultivos -especialmente en características relacionadas a su plantación y consumo. Al mismo tiempo, la población global creció lentamente hasta mediados del siglo XIX. Tomó 1.800 años para que la población global creciera de los 300 millones de habitantes estimados hacia los inicios del Cristianismo, hasta alcanzar los primeros mil millones de habitantes. Pero sólo tomó 12 años para que aumentara los últimos mil millones, elevándose de cinco mil millones de personas en 1987 a seis mil millones dos años atrás.

Afortunadamente, los adelantos científicos paralelos de la agricultura garantizaron que la producción de alimentos se mantuviera al ritmo de la explosión demográfica del siglo pasado (Conway, 1999). A partir del estudio de Mendel sobre la arveja, el conocimiento de la genética ayudó a introducir el desarrollo científico de los cultivos, dando como resultado variedades de alto rendimiento. La producción de alimento se incrementó en todas partes del mundo durante las últimas décadas, incluyendo Africa. El consumo de alimentos per capita también se ha incrementado sostenidamente en todas partes excepto en partes del Africa sub Sahariana. En los Estados Unidos y Canadá, donde tales avances científicos y sus aplicaciones fueron más intensas, un agricultor promedio produce ahora lo suficiente como para alimentar a cerca de 150 personas! En el caso de cultivos que cuentan con suficiente atención científica --maíz, trigo y arroz-- los niveles de productividad se incrementaron varias veces. Por ejemplo, los agricultores de maíz de los Estados Unidos promediaron 26 toneladas (bushels) de maíz por acre en 1928 y 135 toneladas por acre en1998 (Asociación Nacional de Productores de Maíz, 2001).

Tan prodigioso incremento en la producción agrícola apuntalado por el mejoramiento de los métodos para el cultivo científico junto con otros avances, incluyendo el uso de irrigación, manejo mejorado de la fertilidad del suelo, mecanización, y control de enfermedades y pestes (Conway, 1999). Para el desarrollo de mejores variedades de cultivo, los científicos han utilizado una vasta gama de herramientas. El cruce artificial o la hibridación nos ayudaron a asimilar las características deseables provenientes de muchas variedades dentro de los cultivos elite. Cuando las características deseadas no estaban disponibles en las plantas cultivadas, se prestaban genes liberalmente de sus parientes silvestres y eran introducidos en los cultivos. Cuando una variedad de cultivo se rehusaba a emparejarse con las especies silvestres, se empleaba varios trucos para obligarlos a mezclarse, tales como el uso de la cochinilla química cancerígena (carcinogenic chemical colchicine) o a través del rescate de los embriones del híbrido con métodos de cultivo de los tejidos (tissue culture). El vigor del híbrido era explotado en cultivos como el maíz y el algodón para impulsar la productividad. Cuando la variación genética existente dentro del germoplasma cultivado no era la adecuada, los cultivadores creaban nuevas variantes empleando irradiación ionizante (rayos gama, rayos-x, neutrones), químicos mutagenéticos (ethyl methane sulfate, gas de mostaza -mustard), o a través de variaciones somacionales (cultivo -culture de la célula).

La mayoría de personas que tiene interés sobre la biotecnología moderna tiene poco o ningún conocimiento del proceso que ha sido usado en el pasado para transformar los cultivos. Tampoco están conscientes que los cultivos han sido continuamente alterados en el tiempo o que, sin el cuidado del hombre, hubieran dejado de existir. Utilizando una variedad de herramientas en las últimas décadas, los cultivadores de plantas han transformado radicalmente nuestros cultivos mediante la alteración de su arquitectura (tales como el desarrollo de pequeñas variedades de trigo y arroz), reduciendo las estaciones de crecimiento, desarrollando mayor resistencia a las enfermedades y pestes (todos los cultivos), y desarrollando semillas y frutos más grandes (Fgs. 1 y 2). Estos cultivos también responden mejor al manejo y están mejor adaptados a las diversas condiciones ecológicas. La calidad mejorada de alimentos también ha sido obtenida a través de menores toxinas canola, mejores condiciones para la digestión (beans), mejores niveles de nutrición, (maíz de alta proteína), mejor sabor, mayor tiempo de exposición para la venta (resistiendo así períodos largos de transporte y almacenamiento), y frescura mejorada en muchos vegetales y frutas. Un incremento de 1.000 veces en el Lycopersicon silvestre del tamaño de una canica (marbel-sized) produjo el tomate moderno que ahora pesa tanto como un kilogramo (Frary y Tanksley, 2000).

La agricultura moderna ha incrementado sostenidamente la provisión de alimento relativamente seguro, abundante y cuyo costo puede ser asumido no sólo en el mundo desarrollado, sino también en la mayoría de países en vías de desarrollo. Una familia estadounidense promedio gasta ahora sólo 11 por ciento de sus ingresos en alimentación y todavía tiene acceso a mejores alternativas de alimentación con más variedad y niveles de nutrición como no lo había hecho nunca antes. Sin los avances científicos de la agricultura, nos encontraríamos trabajando en cada pulgada arable de tierra para producir la misma cantidad de comida!

El uso de técnicas de transferencia de genes para el desarrollo de cultivos GM puede así ser visto como una extensión lógica de la continuidad de los instrumentos que hemos usado para corregir la forma de cultivar que hemos empleado durante milenios. Cuando es comparada con las alteraciones genéticas brutas que se realizan usando especies amplias (wide-species) de hibridación o el uso de irradiación mutagenética, la introducción directa de uno o unos pocos genes en los cultivos da como resultado cambios sutiles que interfieren menos, que son relativamente específicos y predecibles. El proceso también es claramente más expeditivo, ya que el desarrollo de nuevos (cultivars) por medio del cultivo tradicional toma generalmente de 10 a 15 años. La atracción primaria del gen transfiere métodos al agricultor. Sin embargo, es la oportunidad de favorecerse con la oferta de genes silvestres para adquirir determinadas características, obviando las limitaciones de las especies de cultivos de cruce compatible.

RESPONDIENDO A LA PREOCUPACION PUBLICA

Mientras que la transferencia directa de genes continúa considerándose como un enfoque nuevo, muchas inquietudes surgidas a partir de su utilización, pueden ser disipadas recurriendo al hito marcado por las variedades cultivadas de manera convencional, ya que contamos con la experiencia y el conocimiento acumulados, habiendo sido éste último parte de nuestra cultura por más de un siglo. Mientras que parece lógico expresar una preocupación tal como " No sé qué estoy comiendo cuando ingiero alimentos GM!", debe recordarse que realmente nunca antes habíamos tenido información sobre los alimentos cultivados de manera tradicional. Con los cultivos GM, por lo menos sabemos qué nuevo material genético está siendo introducido, así que podemos probar para conocer los efectos predecibles o incluso muchos efectos impredecibles. Consideremos, por ejemplo, de qué manera los criadores convencionales de plantas desarrollarían un tomate resistente a las enfermedades. Introducirían fragmentos de cromosomas de un pariente silvestre para agregar un gen que resista a la enfermedad. En el proceso, cientos de genes desconocidos y no deseados también estarían siendo introducidos, con el riesgo de que alguno de ellos pudiese inocular toxinas o alérgenos, que son mecanismos de defensa que las plantas silvestres despliegan para sobrevivir. Aún así nunca probamos rutinariamente la mayoría de las variedades de cultivos convencionales para garantizar la inocuidad del alimento o evitar los factores de riesgo ambiental, y éstos no han sido sometidos a ningún seguimiento normativo. Siempre hemos vivido con los riesgos de los alimentos, pero en las últimas décadas nos hemos vuelto cada vez más adeptos a hacer preguntas. Para tratar la inquietud sobre las consecuencias a largo plazo en la salud del uso de alimentos GM, es instructivo reconocer que nosotros nos preocupamos poco sobre tales impactos cuando se introdujeron masivas cantidades de proteínas nuevas (y químicos desconocidos) en nuestros alimentos, provenientes de especies silvestres o cuando se introdujo cambios desconocidos a través del cultivo mutante. Cuando los nuevos alimentos provenientes de cultivos exóticos son introducidos, generalmente los asimilamos fácilmente en nuestras dietas. Más aún, raramente, o nunca, hemos formulado la misma pregunta que ahora nos hacemos sobre los cultivos GM. Muchos de los así llamados alimentos funcionales, alimentos saludables, y (nutraceuticals) han ingresado recientemente a la dieta regular estadounidense, sin haber sido sometidos a casi ninguna norma o prueba. No cuestionamos las implicancias que estos suplementos alimenticios pueden tener para la salud, a pesar de que involucran cambios relativamente importantes en la ingestión de nuestros alimentos. En contraste, los alimentos GM que actualmente se encuentran en el mercado han sido ampliamente probados y se ha determinado que son sustancialmente equivalentes a sus contrapartes convencionales, con sólo una o dos proteínas adicionales presentadas en cantidades minúsculas (introducidas en un pozo de cientos de proteínas). Y esas proteínas se descomponen durante su procesamiento o digestión, con pocas consecuencias de largo plazo. En los productos alimenticios como el aceite, el almidón y el azúcar, ni siquiera encontramos tales proteínas. Un constante problema potencial de las nuevas proteínas en los alimentos es que éstas podrían ser potenciales alérgenos. Como en la actualidad, la mayoría de alérgenos está bastante estudiada, sabemos que se encuentran en pocas fuentes definidas (maní y otros granos leguminosos, mariscos, nueces de árbol, y una variedad de otros alimentos) y comparten varios aspectos estructurales similares. Más aún, deben estar presentes en grandes proporciones en nuestros alimentos, y tendríamos que utilizarlos por un largo período de tiempo para que pudieran causar un efecto adverso en nuestro organismo. Por lo tanto, es altamente improbable que se introduzcan nuevos alérgenos en nuestros alimentos provenientes de cultivos GM.

AUSENCIA HISTORICA DEL RIESGO CERO

No existe tal cosa como el alimento seguro, y nunca ha existido. Esto no quiere decir que todos nuestros alimentos son peligrosos, sólo es un reconocimiento que los niveles de rastros de sustancias contaminantes, tales como las toxinas y cancerígenos, están presentes en todo lo que ingerimos. Pero una regla básica de toxicología, articulada hace más de 400 años por Paracelsus, se refiere a la importancia de la dosis "Toda sustancia es un veneno, pero lo que lo hace peligrosa es la dosis" (Poole y Leslie, 1989).

Si bien no es algo de qué alarmarse, nuestros alimentos diarios contienen naturalmente cientos de químicos, y cuando muchos de ellos se han utilizado en grandes dosis en estudios de laboratorio realizados con animales, han mostrado ser cancerígenos o peligrosos. Consumimos, a groso modo, entre 5.000 y 10.000 toxinas naturales diariamente, conforme las plantas han evolucionado para producir una vasta gama de químicos que las protegen contra las pestes, enfermedades y herbívoros (Ames y otros, 1990a). Por ejemplo, el café tostado tiene más de 1.000 químicos, de los cuales 27 han sido sometidos a pruebas y se ha encontrado que 19 de ellos poseen efectos cancerígenos para los roedores (Ames y Gold, 1997). Las neurotoxinas neurot solanine y chaconine solubles en grasa están presentes en las papas y pueden ser detectadas en el torrente sanguíneo de todos los consumidores de papa (Ames y otros, 1990 b). Naturalmente entonces, cuando los cultivos son producidos para que resistan las pestes a través de la transferencia de genes por métodos convencionales, la resistencia está generalmente acompañada por un aumento en tales compuestos tóxicos.

Así pues no es cierto que nunca hemos tenido problemas con los cultivos producidos convencionalmente. Cualquier variedad de cultivo que posea un riesgo real para la salud ha sido inmediatamente retirado del mercado, pero aquellas variedades (en contraste a los cultivos GM), nunca fueron sometidas a pruebas de rutina. Una variedad de apio resistente a la peste ocasionó sarpullido (rashes) a los agricultores y posteriormente se encontró que ésta contenía 6.200 ppb de (psoralens) cancerígenos comparados con los 800 ppb contenidos en el apio bajo estudio (Ames et al., 1990). El cultivo de esta variedad de apio fue abandonado y ese también fue también el caso de la variedad de papa Lenape, la cual contenía elevados niveles de solanine tóxico.

Siempre hemos aprendido de las críticas y los errores con todas las innovaciones. Similarmente, el mejoramiento en las prácticas de cultivo ha evolucionado a través del tiempo con un continuo refinamiento. Es común, sin embargo, que la naturaleza del ser humano genere un temor exagerado a nuevas innovaciones mientras que a la vez percibe que los productos antiguos o "naturales" son siempre más benignos. Huber (1983) discute este doble standard en el contexto más amplio del riesgo de la regulación (risk regulation). Siempre hemos sido benévolos con respecto a los grandes peligros existentes ya conocidos, aún cuando hayamos inventado maneras de minimizar nuevos riesgos. Es así que cometemos un error al dejar de reconocer y "exorcisar" los riesgos antiguos que resultan ser mucho mayores.

En tanto la mayor parte de los peligros que presentan los alimentos proviene de patógenos tales como el Escherichia coli 0:157, Listeria monocytogenes, y Salmonella enerica junto con mycotoxins producidos por hongos (y por lo tanto una función del almacenamiento y acarreo), algunos alimentos contienen compuestos tóxicos que se sabe producen consecuencias adversas para la salud en el largo plazo. La yuca, que es consumida por una gran población en Africa, contiene cyanogenic glucosides, lo que causa parálisis en las extremidades si se consume antes de que sea extensivamente procesada. El solanin que contiene el tomate y la papa es conocido por ser el causante de spina bifida. La arveja Vetch, una legumbre común conocida por su dureza -y por lo tanto popular en la India entre los agricultores pobres-contiene altas dosis de neurotoxinas que causan terribles sufrimientos. El phytohemagglutinin que se encuentra en los pallares semi-crudos (kidney beans), es tóxico. Y las semillas del durazno son extremadamente ricas en cyanogenic glucosides. Ninguno de estos alimentos fue objeto de pruebas obligatorias antes de que fueran introducidos en la cadena alimenticia, ni tampoco ahora son objeto de ninguna regulación. Pero si los actuales estándares reguladores impuestos sobre los cultivos GM fueran invocados por los cultivos tradicionales, la mayoría de ellos no cumpliría con sus requerimientos.

El ser humano ha desarrollado defensas naturales que lo protegen contra la exposición normal a las toxinas. Pero de acuerdo a Ames y Gold (1997), no hemos evolucionado lo suficiente par alcanzar una "armonía tóxica" con todo lo que comemos, porque la selección natural ocurre muy lentamente y porque mucho de lo que actualmente incluimos en nuestra dieta no era siquiera consumido cuando éramos cazadores recolectores.

Una mixtura balanceada de alimentos proporciona normalmente una nutrición adecuada. Sin embargo, ninguno de los cultivos que se producen actualmente fue seleccionado teniendo en cuenta nuestras necesidades nutricionales. Más bien, fueron selecionadas intuitivamente por nuestros ancestros de entre los productos comestibles que podían encontrar a su alrededor. Así, el endoesperma del cultivo más importante en el mundo desarrollado --el arroz-no contiene pro-vitamina A y contiene poco hierro. Esto ha originado problemas terribles, como la ceguera entre millones de niños debido a la deficiencia de la vitamina A, y la deficiencia del hierro ha producido anemia en mil millones de mujeres dependientes de una dieta sobre la base de arroz. La investigación biotecnológica, lejos de causar cualquier nuevo problema en la inocuidad de los alimentos, ya ha demostrado su potencial de mejorar la calidad nutritiva de nuestros alimentos y también está siendo empleada para reducir los compuestos tóxicos dañinos que existen en ellos.

¿QUE PODEMOS DECIR SOBRE EL MEDIOAMBIENTE?

Todos nosotros necesitamos comer para vivir, y la actividad de organizar la producción de alimentos es la tarea más demandante, en términos ecológicos, que hayamos emprendido. La expansión agrícola durante los milenios ha destruido millones de acres de bosques en todo el mundo. Las especies de planta foráneas han sido introducidas en ambientes no-nativos a fin proporcionar alimentos, (feed), fibra y (timber), y como resultado, ha interrumpido el desarrollo de la fauna y flora. Algunos aspectos de la agricultura moderna han tenido un impacto negativo en la biodiversidad de plantas y en el aire, el suelo, y la calidad del agua. Sin embargo, sostiene y nutre a la mayoría de los seis mil millones de personas del mundo proporcionando una nutrición adecuada y alimentos al alcance de su economía.

¿Cómo podemos enfocar los potenciales problemas ambientales de los cultivos GM en el contexto de nuestra experiencia en el desarrollo de variedades tradicionales de cultivo? Continuamente hemos introducido genes resistentes a la enfermedad y la peste a través del cultivo convencional en todos nuestros cultivos. Características como la tolerancia al estrés y resistencia a los herbicidas también fueron introducidas en algunos cultivos, y los hábitos de crecimiento de todo cultivo fueron alterados. El riesgo de que ocurra un flujo de genes de los cultivos hacia sus parientes silvestres (weedy) siempre ha existido, y tal "flujo de genes" ocurre en donde sea posible. Por lo tanto, es reconfortante reconocer que no se han desarrollado mayor producción de mala hierba ("superweeds") desde el advenimiento del cultivo moderno de plantas, a pesar que ha habido instancias de cultivos que siempre se convierten en plantas silvestres o que se tornan más invasivas debido a la transferencia de genes de los cultivos. La mayor parte de mala hirba, tales como el kudzu, agua hyacinth, y parthenium, se han originado por la introducción de plantas silvestres semi-domesticadas a ambientes no-nativos sin los controles y balances de las pestes negativas que las afecta. Por este motivo, es probable que no existan variedades pequeñas de plantas entre las poblaciones silvestres de Oryza spp. y Triticum spp. en el Medio Oriente o Asia, a pesar del hecho de que venimos produciendo variedades diminutas de arroz y trigo desde hace décadas.

El riesgo de la transferencia de genes a plantas silvestres se ve exacerbado cuando los cultivos son sembrados en un área en donde que posee parientes silvestres compatibles (como se ve con frecuencia en sus centros de origen), cuando tales especies se cruzan en forma promiscua (canola), o más importante aún, cuando los genes que han sido introducidos mejoran la calidad reproductora de las plantas silvestres receptoras (a pesar que muchos genes introducidos en cultivos de plantas, ya sea por medios convencionales o biotecnológicos, tienen poco valor en su ambiente silvestre). El riesgo de transferencia de genes hacia las plantas silvestres es similar tanto en los cultivos convencionales como en los GM y no depende de la manera en que estos genes hayan sido introducidos a las plantas. Debemos estar vigilantes para garantizar que la mala hierba no se convierta en nocivas como resultado de alguna variedad de cultivo nuevo. Las pruebas que se realizan actualmente caso por caso y un enfoque y seguimiento a los cultivos biotecnológicos es un buen sistema para el futuro, mientras que la experiencia anterior con cultivos convencionales nos da la seguridad de que tales riesgos serán mínimos y manejables.

La diversidad de cultivos es otro tema de preocupación. La popularidad de las variedades de alto rendimiento ya ha reducido la variación genética que se ha encontrado en los principales cultivos. La biotecnología, si es empleada estratégicamente, puede revertir esto a través de la recuperación de antiguas variedades que fueron descartadas por la falta de algunos elementos (tales como la resistencia a la presión de nuevas enfermedades), debido a que la transferencia genética moderna puede recuperar tales características. La investigación biotecnológica también está permitiendo el desarrollo de mejores métodos para la preservación del germoplasma fuera de su lugar, como en el caso de la preservación cryo (cryopreservation), por medio de la cual el germoplasma valioso es almacenado y por lo tanto salvado de la extinción.

La introducción de maíz mediante un solo gen Bt transferido ha generado algunas preocupaciones sobre su impacto ecológico. Mientras que esta preocupación no debe ser desestimada, debe ser balanceada con nuestra intuición (hindsight) y experiencia con el propio maíz, y las especies foráneas introducidas que ahora se cultivan en 75 millones de acres en los Estados Unidos, donde no existían hace 1, 000 años. Un cultivo introducido en un nuevo ambiente entraña la introducción mayoritaria de cientos de nuevos genes. Cuando se cultiva en extensiones masivas de tierra, ejerce considerable impacto ecológico en la fauna y flora nativa, incluyendo a los insectos beneficiosos. En contraste, la introducción de uno o dos genes a este pozo de 50,000 genes presentes en el maíz tendría relativamente menor efecto sobre el medioambiente. Mientras que el temor inicial sobre los daños a la mariposa monarca que se han reportado ocasionados por maíz Bt no ha sido profundizado en estudios complementarios, uno también necesita considerar el impacto negativo de las prácticas alternativas (como los pesticidas en spray) y reconocer el potencial para obtener impactos positivos sobre los insectos benficiosos que tiene el cultivo GM debido a la especificidad en la identificación del insecto.

Por este motivo, cualquier preocupación sobre "la polución del gen" palidece en comparación al "riesgo" masivo de la introducción de cultivos foráneos, ya que el 95 por ciento del área cultivada en los Estados Unidos consiste ahora de tales cultivos previamente introducidos. La preocupación sobre la transferencia horizontal de genes de cultivos GM a otros organismos, como la bacteria, también ha sido expresada. Pero parece poco probable que el riesgo sea dependiente del método de introducción del gen. Una característica inherente a la biotecnología es que ésta se presta fácilmente a la detección molecular de los genes que han sido introducidos, pero una medida verdadera del riesgo sólo puede basarse en comparaciones con los cultivos criados convencionalmente sobre los cuales se ha estudiado poco o nada. También se han expresado preocupaciones sobre la inserción al azahar de genes, la inestabilidad del gen, y la interrupción genómica debido a la transferencia del gen, pero es poco probable que éstas sean exclusivas de los cultivos GM o que tengan mayor importancia teniendo en cuenta nuestro actual conocimiento del flujo genómico en las plantas. Las preocupaciones sobre la combinación de genes de especies que no están vinculadas entre sí ignoran la historia del crecimiento de las plantas y la secuencia abrumadora de similitud existente entre los genes de diferentes reinos. Sin embargo, la investigación científica orientada al análisis, predicción y prevención de riesgo, combinadas con un adecuado monitoreo y administración, deben continuar a fin de que el impacto ecológico negativo de los cultivos GM sea mínimo. La mayor parte de problemas identificados por la ciencia pueden ser resueltos por la propia ciencia. Por ejemplo los promotores apropiados pueden garantizar que el polen no exprese genes que sean tóxicos para los insectos beneficiosos, mientras que la estrategia de expresión del gen, como el polen estéril, podría reducir el riesgo del flujo de genes.

Uno debe también reconocer el potencial impacto positivo de los cultivos GM en el medioambiente, como una reducción de la expansión agrícola para preservar los ecosistemas silvestres; mejora en la calidad del aire, el suelo y el agua a través de la promoción de menores esfuerzos de labranza; reducción del uso de químicos y combustible; mejora de la biodiversidad a través de la recuperación de variedades antiguas y la promoción de insectos beneficiosos; y limpieza del suelo y el aire contaminados por la "fito-remediación".

Conforme tomamos rumbo hacia los nuevos avances de la biotecnología que nos llenan de entusiasmo, como los genómicos, y nos ocupamos de temas que provienen de la aceptación de las innovaciones por el consumidor, el conocimiento histórico en la adopción de innovaciones tecnológicas por parte de las sociedades puede ofrecernos a los científicos algunas perspectivas valiosas. En la actualidad, muchas innovaciones que podrían haber sido buenas alternativas para generar la aprehensión y preocupación del consumidor, se introdujeron en el pasado sin ninguna preocupación porque el público se encontraba menos informado sobre las innovaciones. El principio de precaución nunca fue invocado para garantizar la certeza científica de que las variedades de cultivo desarrolladas mediante la irradiación nuclear o mutágenos químicos eran seguras. Y el etiquetado en los alimentos nunca fue requerido para el trigo utilizado en la elaboración del pan mejorado con la adición de cientos de genes de pasto de cabra desconocidos.

Muchas otras innovaciones que son ahora comunes en nuestras vidas fueron introducidas enmedio de esceptisimo y oposición al ser introducidas por primera vez. Tal temor a la tecnología fue especialmente más pronunciado en las innovaciones relacionadas a los alimentos (e.g. pasteurización, enlatado, congelado, el horno micro hondas). Sin embargo, una vez que los consumidores reconocen que las nuevas innovaciones pueden mejorar su calidad de vida y cuando entienden que los riesgos son más bien mínimos o manejables, tal tecnología podría finalmente gozar de la aceptación pública. Esto incluye aún a las tecnologías que perturban o reemplazan a las más antiguas (por ejemplo, carros versus carretas de caballos, discos compactos versus cintas de cassette). No obstante, existen instancias históricas de innovaciones útiles que no han sido prestamente aceptadas debido a una variedad de razones, como una actitud recalcitrante a la adaptación (por ejemplo, el tablero Dvorak versus QWERTY), intereses económicos enraizados que se oponen al cambio (por ejemplo, el sistema métrico en los Estados Unidos; Beta versus VHS), oposición ideológica (por ejemplo, crecimiento de plantas durante la era Staling en la Unión Soviética, por Lysenko), nociones exageradas de riesgo (por ejemplo, irradiación de los alimentos), introducción extemporánea de alimentos y serios conflictos con los valores y creencias de las sociedades.

Los seres humanos y los cultivos siempre dependerán mutuamente de la supervivencia del uno y del otro, y la evolución de cultivos guiada continuará pero cada vez más estará basada en el conocimiento y la responsabilidad. Una apreciación de la historia del desarrollo agrícola, sin embargo, podría proporcionarnos con un mapa de ruta útil para vislumbrar las estrategias apropiadas a fin de informar y racionalizar las respuestas sociales a la mejora de los cultivos. Parafraseando al filósofo estadounidense George Santayana, ignorar la historia puede condenarnos a repetirla, pero un entendimiento del pasado puede, asimismo, guiarnos a un futuro luminoso.

 

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